¿Dónde está el límite del mal gusto en publicidad?
No soporto a la realeza. Soy republicano hasta la médula. Siempre he tenido envidia de los franceses y sus afiladas guillotinas. Pero hay cosas que pienso pasan la línea roja del mal gusto, como la última publicidad del portal de aventuras extramatrimoniales Ashley Madison. Meterse con el Príncipe Charles, El Rey Juan Carlos I o Bill Clinton me parece perfecto, porque fueron ellos los que metieron la pata con sus aventuras sexuales. Pero meterse con la Reina Sofia, que en definitiva es la víctima de su infiel esposo, me parece ir un poco lejos. ¿Qué pensáis vosotros?
3 responses to “¿Dónde está el límite del mal gusto en publicidad?”
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- 2 junio 2014 -
no te preocupes, máquina, que seguro que la griega ni leer sabe, tampoco
Yo sigo afilando la guillotina, por si hay suerte…